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viernes, 10 de febrero de 2012

ES POSIBLE LA PAZ EN TIEMPOS DIFICILES?

Leer Juan 16,28-33

“Salí del Padre, y he venido al mundo; otra vez dejo el mundo, y voy al Padre. Le dijeron sus discípulos: He aquí ahora hablas claramente, y ninguna alegoría dices. Ahora entendemos que sabes todas las cosas, y no necesitas que nadie te pregunte; por esto creemos que has salido de Dios. Jesús les respondió: ¿Ahora creéis? He aquí la hora viene, y ha venido ya, en que seréis esparcidos cada uno por su lado, y me dejaréis solo; mas no estoy solo, porque el Padre está conmigo. Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo”

¿Es posible tener paz cuando se acaba de recibir una notificación de despido del trabajo? ¿Cuando su hija de 16 años descubre que está embarazada? ¿Cuando su cónyuge le dice: "Quiero divorciarme"?

¿Es posible tener paz cuando se cae en una depresión profunda? ¡Sí! Se puede tener la paz de Dios, no importa lo dolorosa y difícil que parezca nuestra situación.

La paz no se logra mediante la manipulación de las circunstancias. Algunas personas piensan que si pudieran arreglar un poco su situación, entonces la vida sería maravillosa. Esa clase de confianza propia es poco sensata y no bíblica. Arreglar un problema fuera de la voluntad del Señor puede dar lugar a una calma temporal, pero la paz duradera seguirá siendo esquiva.

Un corazón tranquilo es el resultado de confiar en el Señor, no importa lo difícil que se vuelva la vida. Jesús advirtió que los creyentes tendrían problemas en esta tierra, pero Él venció al mundo. Es decir, podemos tener paz, a pesar de nuestras adversidades. Aunque alrededor del creyente ruja la tormenta, él podrá atravesarla con una sensación de serenidad, porque Jesús camina a su lado. Gracias a su relación con Cristo, el creyente recibe todo lo que necesita para enfrentar su prueba —valor, sabiduría, guía y consuelo.

Jesús prometió la paz a aquellos que confían en Él. Afortunadamente, Él también "cumple" todo lo que promete. Nuestra parte es tomar un día a la vez y confiar en que Dios nos sostendrá. La paz divina y todo lo demás que necesitamos vendrán como resultado de nuestra fe.

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